El rey del aborto Kermit Gosnell, fue encontrado culpable, luego de diez días de
liberaciones sobre el caso, por el asesinato de tres bebés recién
nacidos, en su clínica de abortos, en Filadelfia, Pensilvania.
Gosnell también fue declarado culpable de la muerte accidental de un
paciente, quien murió después de recibir un aborto y una mezcla letal de
sedantes y analgésicos en su clínica.
Una investigación federal en 2010 describió la clínica de Gosnell, en
Filadelfia, como una "casa de los horrores", muy sucia y que servía
principalmente a las mujeres de bajos ingresos que buscan abortos
tardíos.
El informe del gran jurado de casi 300 páginas, dijo que restos de fetos
fueron almacenados en congeladores y que los instrumentos utilizados en
los abortos no recibían un tratamiento de esterilización adecuado, por
lo que había grandes riesgos de contaminación con enfermedades de
transmisión sexual.
Gosnell practicaba abortos en mujeres que tenían más de 24 semanas de embarazo, lo cual es ilegal en ese estado.
El caso puso de manifiesto que las clínicas de aborto en el estado no
habían sido inspeccionadas rutinariamente en al menos 15 años, lo que
provocó la dimisión de dos importantes funcionarios del departamento de
salud.